Dicen que al prohibirte algo te conceden el
permiso de hacerlo en secreto. Y me he dado cuenta de que las prohibiciones
pueden llegar a convertirse en deseos cuando al prohibirme a mi misma verte,
supe que ni si quiera lo haría a escondidas. Porque ya ni quiero. Porque ya te
quise. Porque yo me quiero.
Y ahora quieres verme a escondidas, como si así
no doliera, como si fuese un sueño, de mentira.
Y ahora quieres quererme, como si supieses hacerlo, como si lo
hubieses hecho siempre.
Ahora quieres dedicarme canciones que hablan de ti, de mi y de
todas esas cosas que jamás supiste darme, y por alguna extraña razón necesitas
que digiera toda esa cantidad de patrañas cuando no hay quien se las trague.
Ahora quieres que yo sea contigo sin saber quien eres tú, sin
conocerme a mi.
Y ahora quieres, sin más. Pero es que a mi me duele la risa desde
que no estás, y la vida un poco menos. Porque matar en vida es lo contrario a
supervivencia; y eso hacíamos. Nos vivíamos en público para matarnos a
escondidas.
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