sábado, 29 de diciembre de 2012

Era yo intentando cuestionarte. Cuestionándome a mi después de tanto tiempo. 

Siempre lo hacía, de hecho, no recuerdo un sólo día que no lo haga. No recuerdo ni un sólo día que no me quede mirándome al espejo, perdiendo minutos. Perdiéndome a mi, y a ti, ya puestos..
Me detesto por sentir tus manos, y otras formas extravagantes de sentirme a salvo. 
Por querer hablar cuando callo, y por hablar más de la cuenta de vez en cuando. 
Por robarle tiempo al tiempo y sin querer, quedarme sin segundos. Debo minutos al tiempo y, sobre todo, a mi misma. Me debo tanto tiempo que podría dejar de madrugar para el resto de mi vida, y eso es algo demasiado bueno como para ser cierto. 
Te debo tanto a ti, que ni ahorrando siete vidas podría devolverte todo. Nos debo tanto que ni siquiera sé como hacerlo. 

Perdóname, sabes que siempre fui demasiado optimista, puestos a ser irónicos. 
Déjame demostrarte que, de vez en cuando, puedo ser algo más que viento en la calle. 
Que se pisar fuerte, bailar cuando no llueve y querer quererte. Que solo de vez en cuando sé tomar café sin preocupaciones, y que puede que solo llore cuando todo vaya bien. De felicidad. De cosas que todavía no entiendo, y que me encantaría poder hacerlo. De rasguños que se puedan olvidar y de corazones latentes. 
De todo eso que un día fui y que, ojalá vuelva a ser.



Yo, sin ser, soy todo eso que ya viste. Pero todavía no es todo.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Declarame culpable, olvida las pocas promesas que tenemos y no me perdones.
Recuérdame con lo poco que pude darte, con los besos rotos y con estos miedos llenos de infinitos interrogantes, llenos de mi, sin ser yo.
No disculpes mis olvidos, si quieres, tienes fácil eso de evitar ver mis ojos por el día, aunque luego la noche te recuerde el color de mi mirada. 

Si supiera en qué punto exacto me encuentro, podría regalarte mi ser y darte tanta convicción como asfalto en carretera. 

Podría despedir a éste iceberg que tengo por corazón y que las pocas certezas que nos unen, se multipliquen cada día.




Si no eres tú, que sea el tiempo el que me enseñe a vivir sin esto. 

El que me haga ser capaz de asumir mi derrota una vez más. 
Mis "quiero y no puedo" siempre estarán a la orden del día en mi, y a veces, se me va de las manos.
Es como tener barrotes dentro del pecho, como tener una cárcel interna, que cada vez que intentas escapar, hay alguien que te dice "eh, para el carro amiga, ¿qué intentas?". 
Pienso en sueños que vienen rotos de fábrica y que no puedo descambiar.
La ansia de libertad irrefrenable me declara culpable, culpable de errar a corto plazo por no poder mostrarme más tiempo sin que salga a flote mi cobardía. 

Me frena el del pecho, el pavor y el no tener ni puta idea de salir de aquí. 






lunes, 10 de diciembre de 2012

Sólo sé que somos nosotros, en mundos paralelos. Carentes de razón y sin sentido. Apretarnos hasta hacernos daños siempre tuvo su encanto pero yo te hablo de querer queriendo no hacer daño. De meterte en mis tropiezos sin querer y de bañarte en mi locura por descuido.
De lo que queremos sin saber que somos. De que el tiempo es traicionero, y de que las piedras en el camino, a veces nauseabundas, nos han llevado a esta espiral inconformista y descuidada. 


Debe ser que no aprendí una mierda y que por eso siempre me tropiezo con errores. Que tal vez no me conozco y por eso no sé reconocer ante nadie.
Que por mucho que te regale días con recuerdos, nunca sabré darte la seguridad del mañana. Te hablo de justicia, queriéndonos descompasado. De sufrir sin querer, queriéndonos demasiado. 

De querer apostar por algo que nunca va a llegar.



domingo, 2 de diciembre de 2012

Dime..


Con la intención perturbadora y la mera inquietud con la que os observo desde aquí, creo océanos y palabras infinitas de las cuales ni yo misma sé hacerme cargo. 

Con cada palabra que lees, yo estoy más lejos de ti que tú de mis textos. 
Hay demasiados "sálvame" dentro de mi nocturnidad y demasiados "tú y yo" sin ser, que desgarran aquí dentro.

Dime quién eres y cuál es nuestro vínculo. 
Cuéntame si nuestras palabras se guardarán en frasco para no perderse nunca, como las de antaño. 
Te pido que me regales esa seguridad de tus ojos desconocidos, los cuales, seguro que me salvarán del abismo unas cuantas veces por semana. Desvaría conmigo mientras me muero de locura y, vísteme despacio cuando tenga prisa.


Mata mis entrañas para luego revivir mis ganas mientras me clavas tus retinas, mientras escapamos del frío, un día más, y desafiamos al tiempo cuando llueva. Porque vernos reflejados en charcos será lo mejor del invierno, desde luego.