Por la presente, me declaro culpable del incurrimiento de dejar de hacer algo necesario.
De dejarme a mi, y de no dejarte entrar a ti.
Me declaro culpable de mi presente, que es como un temerario coche sin frenos, descarriado y calle abajo.
De mis infortunadas palabras o silencios que otorgan demasiadas lunas rotas..
Porque, en ocasiones, las palabras dejan recovecos, vacíos demasiado profundos como para poder pronunciarlos sin que den vértigo.
Surcos en el vocabulario, intentos de silencio que acaban en fracaso cuando uno de los dos incumple el contrato.
Cuando uno de los dos habla, sin saber que decir si quiera.
O sabiendo lo que uno de los dos duda, lo que las noches gritan.
Ojalá supiera rellenar esas lagunas, con palabras o con la ausencia de ellas, pero evitando que podamos ahogarnos en ellas.
Hacer de ellas un camino fácil por el cual pueda precipitarse el tiempo sin menester de manecillas.
Entre suspiro y tic-tac podríamos contarnos los lunares, o hablar de este trastorno afectivo que trastoca nuestros planes de lunes a domingo.
Pero el hecho de quedarnos a escuchar el latir del reloj suena tan desusado que no puedo resistirme a idealizar la percepción de vivir dentro del tiempo, ser el motor que impulse vuestros segundos y de empujaros a vosotros mismos a la calamitosa impulsividad y, porque no, a las sonrisas sin ser rotas, aunque efímeras al fin y al cabo.
Dame un par de manecillas que yo me encargo de desmenuzar al tiempo.
https://www.youtube.com/watch?v=gRwFRMGpTWg
sábado, 2 de febrero de 2013
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