domingo, 14 de octubre de 2012

¿cuánto tiempo me queda?


Me di cuenta de que eras tú cuando me miraste y dijiste esas dos palabras pero que, ahora, se me han olvidado pronunciar. 
Resulta difícil hacerlo cuando las circunstancias no son las adecuadas, o cuando, tal vez, la persona idónea no soy yo.
Me detuve a buscar porqués y sólo aparecían resentimientos. De tanto buscar se me fue la hora. Mientras tanto tú esperabas a que apareciéramos yo y mis dudas. 
Recuerdo colgar de un hilo, y darme cuenta sentada en esa silla de que, el precipicio, estaba más cerca de lo que creía. Y tú, mientras me sumergía en las luces de la ventana, mirabas como mi frágil vida se rompía.  No me diste oportunidad de frenar aquel caos, me dabas por perdida mientras, yo, perdía aquella batalla.
Los dos nos delatábamos, tú con tu firmes palabras sobre la vida y yo con mis sin sentidos, mis malas costumbres y este miedo irrefrenable a perder de nuevo. 

-"No creo que puedas curarme", te dije.

Sin darme tiempo a explicarme, me regalaste todo el tiempo del mundo. Mientras tú me esperabas, yo me debatía entre la verdad y la mentira. Entre las ganas y el no saber estar. Me arriesgaba a conocerme a mí misma y, éso, siempre es complicado.
Qué fácil era todo mirándolo con tus ojos, y que cuesta arriba estaba todo con los míos. 
Dime, ¿cuánto tiempo más me esperarás?; el cronómetro está en marcha, y me derrito cada segundo que pasa. 
El vaivén de este desierto llamado habitación me recuerda que yo, nunca supe quien era. Sólo mis altibajos me susurran quien no quiero ser, o a quien no quiero volver a ver. 
Me engañan los recuerdos y me creo que eres tú. Me intento alejar de ti porque odio el futuro y detesto el pasado. 
Me equivocan las circunstancias cochambrosas que aquel día me encerraron en mí hasta a saber cuando. ¿Cuánto tiempo me esperarás entonces?, qué pregunta más tonta, ¿no?, ¿cómo me vas a esperar? si yo lo único que puedo ofrecerte es el peor de mis regalos; la desconfianza. Esa que hoy nos lleva a estar aquí, o mejor dicho, que me lleva a estar donde cada día comienzo mi vida sin darme apenas cuenta. Esa que me marchita y que, sin quererlo, hace que me evada de todas aquellas palabras bonitas que ya no quiero escuchar. O que, tal vez, las quiera tanto que me asuste.
Por todo esto y más, seguramente el día de mañana nos desconoceremos, y tus hombros inquietos ya no podrán consolar mis más sinceros temores. No podremos vernos a deshora ni robarle sonrisas al frío, que aunque parezca imposible, siempre se puede hacer.

5 comentarios:

  1. Acabo de terminar de leerme todas las entradas. No te puedo dar la enhorabuena por algo que llevas dentro. Es triste y bonito. Y una entrada en concreto me ha encantado.

    Yo soy un intento de fotógrafo, si quieres ver mi blog aquí te lo dejo. www.alejandropeiro.tumblr.com

    Besitos.

    PD: el espabilao de instagram.

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  2. Vaya, millones de gracias no sabes la ilusión que me hizo que lo pusieras en tu Instagram. He visto las fotos, todas son tuyas? porque son una pasada. A mi también me flipa la fotografía.

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  3. No me des las gracias! Me gusto esa frase. Si esta un poco desordenado y es un poco truño pero de momento es lo que hay! Ah si? Pero tu estudias periodismo fijo no?

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  4. Yo?, que va! jajajaj, por qué lo dices?
    pues lo dicho, nada de truño, a mi por lo menos me encantaron! :)

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