Estas líneas no hablan de ti, ni siquiera de mi. Aunque acabarán haciéndolo. Son letras amontonadas que carecen de sentido alguno. Que gritan auxilio y que aunque parezcan tranquilas se mueren de rabia. Se mueren por un poco de calor humano en perfecto estado, o al menos que sea coherente.
El no entender el ahora, y mucho menos los 5 minutos de después. El saber que lo que caracteriza al presente es lo interrogante, el agotador sonido del despertador y las ansias de libertad los domingos.
Entre semana juego a inventar la sensación que me produce el sabor de los viernes, los días improvisados y lo no planeado. Supongo que eso es lo que más gratifica. Como los besos fríos, robados o improvisados, que se calientan al Sol.
La mejor manera de huir de la realidad es crear Utopías, y la peor pensar en ti. En tu dulce y traicionera voz. En tu manera de acaparar todo mi espacio, de llevarte mis ganas y de no devolverlas. El agobiante parpadeo si es a tu lado. El aire me asfixia si me ves, y me obsequia la debilidad del pasado. Siempre son cuentos con final in-feliz. Supongo que hace tiempo que dejé de creer en la existencia de almas gemelas. De hecho ya no creo ni en las personas. La realidad es una mierda, y la rutina mi peor enemigo. Hay demasiadas trabas en el camino para poder luchar contra ella y salir victoriosa.. así que he terminado acostumbrándome a ella, como con otras mil ciento y una cosas más que hacen que los días sean un poquito más difíciles. El verte como un desconocido ya no es un inconveniente, o puede que ayude a que el abismo y yo nos conozcamos un poco más cada mes.
Pero lo mejor es que después de todo sigo disfrutando con las pequeñas cosas, que mi planeta sigue siendo Marte y que para conquistarme solo hace falta un domingo divertido.
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