martes, 28 de agosto de 2012

Un día cualquiera.

Hoy ya es tarde para escribir sensato. El ayer me robó los pocos sueños que tenía. La coherencia que nunca tuvieron mis actos siempre la he anhelado. Imaginando responsabilidad, invento a mi antojo el inesperado mañana que me aguarda. Sabiendo que, el tiempo va en mi contra y que el enemigo soy yo. Siempre supe que podría alcanzar la velocidad a la que corre el mundo. Pero me conformo con ser lo que soy. Una más. Poco acostumbrada a la realidad nefasta. Esquivándola a mi manera y evitando el despertador. Nunca me gustó madrugar. Ni tampoco aceptar desde el principio que a veces lo bonito es traicionero. Pero mi odiosa carcajada contagiosa siempre vuelve, dandome suspiros de vida, e incluso dolor de tripa. El instinto de atrasar el tiempo me pasa factura cada día. Sabiendo que, después de todo, con mis más y con mis menos, es demasiado tarde como para escribir coherencias.

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