La luz en ámbar, música, una luna muda y .. supongo que así es como empieza mi noche. Otra noche en la que se pierde el día, otro “buenos días” nocturnos, una taza de nervios con café y la ceniza de tus “peros”.
Me pongo los cascos y parece que me habla el viento. A veces, incluso te oigo gritar mi nombre. A saber cuantas veces no te escuché, o no me escuchaste tú. La de veces que habrás prometido sacos rotos. Y cuantas noches y cuantos días habré comprado humo y motos.
Yo solo busco despedirme, despedirme para siempre. Un silencio en formato “adiós” que siempre se convierte en un “hasta luego”. Busco ir con prisas, sin poder tener tiempo para oír palabras vacías con significado inexistente. Con tiempo para mi. Sin tiempo que perder. Sueños cumplidos y olvidarme del recuerdo. Olvidarme de tus “prometo que esta vez será distinto”, de tu cuello y de tus pestañas en formato XXL.
Mis días siempre eran tu amargura, y mis noches, tus idas de olla. Cantabas mal, y siempre lo has sabido. Hablabas tan bonito.. pero de eso te olvidaste. Y eso, también lo sabes.
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